Manuel García, presidente de la Asociación de Estaciones de Servicio Independientes (AESI) cuestiona la política que ha implementado la dirigencia durante estos diez años por no lograr frenar el incesante cierre de comercios minoristas. Plantea la necesidad de tomar medidas de fondo: cese en la comercialización por tiempo indeterminado.
Representar a las bocas de expendio no es tarea sencilla. Durante mucho tiempo las autoridades se encargaron de ningunear los reclamos del sector, dejando que las empresas de mayor peso económico del país – las petroleras – avancen sobre la venta de naftas y gasoil al público, situación que aún en los países más liberales del mundo está prohibida.
Si bien moralmente los dirigentes tienen el deber de enfrentar a tales corporaciones, se les presenta un riesgo sin dimensiones al romper relaciones protestando en las calles, ya que en la práctica también necesitan de ellas para sostener su empresa personal. Es por estas cuestiones que algunos referentes del rubro explican por qué no se logró frenar el proceso de cierre de locales sufrido desde 2004 a la fecha: cuando más de 2500 operadores se retiraron de la actividad.
Sobre este punto Manuel García, titular de AESI, hizo un balance: “ante una crisis de rentabilidad que parece no tener fin, acá la lectura que tiene el sector puertas adentro es que evidentemente fracasó la dirigencia. Nadie se atrevió a tomar las medidas que el momento exigía y en esto no le podemos echar la culpa a los Gobiernos”.
Desde su punto de vista la situación amerita decretar un cese de actividades por tiempo indefinido, con la única expectativa de que el Estado intervenga solucionando los excesos de poder que gozan las compañías de bandera. “El Estado tiene que vigilar para que en el mercado todos puedan trabajar en igualdad de condiciones y para que se genere una competencia leal”, opina. García no encuentra otra solución posible.
El camino del diálogo entiende que ya mostró resultados negativos y es por eso que pide la unión del sector para sumar fuerzas en una disputa sin dudas más que complicada. “Hay que terminar con la mortandad de estaciones de una vez por todas y no hay más tiempo de espera”, advierte el estacionero blanco. ¿Hasta cuándo vamos a seguir conversando?”, se pregunta.