Es por la incertidumbre en los precios que presenta el mercado interno, lo que llevó a muchas de las plantas a paralizar la producción. Las petroleras reciben un volumen inferior al que determinan los cupos de abastecimiento y desde el sector estiman que no se va a poder mezclar el biocombustible con gasoil en un 7 por ciento como exige la normativa
La industria del Biodiesel atraviesa un momento delicado. En lo que respecta al plano internacional, las exportaciones siguen en caída, con descensos de hasta un 60 por ciento, mientras que puertas adentro, el Gobierno continúa implementando medidas que desalientan el desarrollo de las inversiones y la producción.
Los motivos están a la vista: llegando a mediados de febrero, la Unidad Ejecutiva Interdisciplinaria de Monitoreo que regula la actividad, dirigida por el Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, y el Viceministro de Economía, Axel Kicillof, aún no publicó el precio que las empresas recibirán por el producto que entregaron a las refinadoras locales durante la segunda quincena de diciembre.
Como agregado, Carlos Paredes, Presidente de la Cámara de Empresas Pymes Regionales Elaboradoras de Biocombustibles (CEPREB) se mostró preocupado además por el gran crecimiento en los costos que sufrieron los insumos: el aceite crudo subió 404 pesos la tonelada, mientras que el metanol – se usa para mezclar las naftas – tuvo un alza de 78 pesos.
Con el objetivo de normalizar las condiciones de mercado, el dirigente exige un precio acorde a los costos de las empresas, tanto de las Pymes como de las integradas; regularizar la publicación de los valores en la plaza local, además de analizar la posibilidad de llevar en lo inmediato el corte obligatorio con gasoil al 10 por ciento, así como se probó a mediados de 2012 con éxito.
“No podemos seguir trabajando a ciegas”, lamenta. Tal cual como está planteado el funcionamiento comercial de la actividad asegura que es “como jugar a la ruleta rusa”, siendo que “las Pymes no están en condiciones de seguir perdiendo plata”.
Lo inexplicable de esta situación es que actualmente nuestro país dispone de una capacidad de producción próxima a las 4 millones de toneladas al año, casi cuatro veces más de lo que se consume tranqueras adentro. Con estos indicadores queda al descubierto que el futuro del Biodiesel depende más que nunca del apoyo estatal.
Además, este desinterés por el uso de la energía renovable y limpia en el uso vehicular provoca un daño importante en la rentabilidad de las compañías, por el hecho de que se produce en medio de un contexto internacional adverso por las restricciones que aplicó la Unión Europea – principal destino de los embarques – al Biodiesel argentino.