Desde el sector presentan un panorama complicado: las exportaciones cayeron un 60 por ciento, el Gobierno bajó el precio en la plaza local y congeló el corte obligatorio para la mezcla con gasoil en el 7 por ciento, las plantas operan a un 30 por ciento de la capacidad operativa, mientras que todavía no se publicaron los valores que regirán para la segunda quincena de diciembre y todo el mes de enero
La capacidad de producción de la industria de Biodiesel no ha parado de crecer desde el año 2007, alcanzando un total estimado de 4 millones de toneladas. Desde mediados del año pasado, el potencial que presenta dejó de ser aprovechado, tanto tranqueras adentro como fuera del país. Bajaron drásticamente las exportaciones a la Unión Europea y se frenó el proyecto para subir la utilización del biocombustible mezclado con gasoil al 10 por ciento.
En lo que respecta al mercado interno, en agosto de 2012 la Unidad Ejecutiva Interdisciplinaria de Monitoreo trató de bajar el precio promedio del biodiesel estableciendo una escalada diferenciada para pequeñas, medianas y grandes empresas, a los fines de acercarlo al costo del gasoil importado para favorecer la economía de YPF, principal consumidor de Biodiesel.
La propuesta obligó a varias revisiones de los funcionarios ya que los números no cerraban para la mayoría de las firmas, incluso a las grandes. Además, por cuestiones impositivas y de costos, el diesel importado continúa siendo más barato que el Biodiesel regional.
También a principios de 2012, España, molesta por la expropiación de YPF, profundizaba las restricciones a la importación de productos nacionales, lo que desencadenó en una caída de las exportaciones: en el orden del 60 por ciento, tal cual estimaron fuentes del sector a surtidores.com.ar
Al mismo tiempo, la Presidente Cristina de Kirchner anunció que los derechos de exportación pasaban a ser móviles y que se actualizarían cada 15 días, por considerar que el valor de ese producto «tiene oscilaciones permanentes”. Con esta medida la rentabilidad de las firmas integradas cayó a un punto tan bajo que casi les es conveniente vender el aceite de soja crudo antes que agregarle valor transformándolo en combustible.
En este contexto, tanto las Pymes como las integradas exigen a la Secretaría de Energía – más consciente de la realidad del sector que la Unidad Ejecutiva de Monitoreo – que suba el corte para uso local al 10 por ciento. “Esto reactivaría en una pequeña parte el mercado”, reconocen.
Actualmente, la escala de precios que determinó el Gobierno conforma a las compañías que producen menos de 100.000 toneladas al año, no así a las grandes, aunque de todas maneras admiten no sentirse seguras. Lo que les preocupa es la incertidumbre que presenta la continuidad de la formula ante el temor de que haya nuevos ajustes en perjuicio del sector. Como fundamento, señalan que aún no se conocen las cifras de la segunda quincena de diciembre y las dos del mes de enero.
El problema que enfrenta el oficialismo es que debe decidir entre proteger la caja de YPF o dejar a la deriva a más de 20 empresas que evalúan paralizar la producción debido a problemas financieros. La industria brinda trabajo a 2.000 personas y el Gobierno tampoco quiere hacerse cargo de los despidos. “Estamos a la expectativa”, expresan desconcertados empresarios del rubro.