Se está produciendo una transferencia de ingresos por parte de los consumidores a las compañías petroleras ¿Cómo se genera? Por la incidencia de los combustibles importados, que al caer el costo del barril de petróleo son más baratos. Así y todo, expertos vaticinan nuevos aumentos al público.
El barril de crudo cotiza en las plazas internacionales apenas por encima de los 80 dólares, un 20 por ciento menos que el promedio histórico de los últimos años. Un mundo en crisis, con bajas expectativas en la demanda, y mayor oferta disponible, arrastraron al piso al hidrocarburo.
¿Cómo afecta esto al mercado argentino? Debido al esquema de regulación vigente, disociado de las referencias extranjeras, sólo impacta en las naftas y gasoil traídos de otros países, ya que con esta merma del costo de la materia prima se consiguen a un valor más bajo. Sin embargo, para los automovilistas, los movimientos del mercado se perciben sólo cuando sube el petróleo.
En definitiva, para las empresas que están cerrando operaciones en el exterior significa un aumento de los márgenes de rentabilidad. Las refinerías ven mejorados sus ingresos. No es un monto menor, si se tiene en cuenta que aproximadamente el 20 por ciento del diésel que se utiliza en el país se compra en otras plazas, y un 10 por ciento de las naftas.
Claro que estas transferencias son posibles gracias la exención impositiva que concede el presupuesto nacional. Los productos que vienen de afuera no pagan impuestos internos, por eso para las destilerías es negocio adquirirlos y comercializarlos en las bocas de expendio.
Daniel Montamat, ex secretario de energía, advierte que “si llegara a seguir bajando el crudo va a convenir importar combustibles”, como ocurría en la década de los 90, con la convertibilidad. Aunque la actividad está administrada por el Estado plantea que “estamos siguiendo las referencias internacionales”.
A pesar del amesetamiento del consumo en las estaciones de servicio, Montamat considera que “en el surtidor creo que los precios se van a seguir corrigiendo por efecto de la inflación o de una devaluación. No espero ajustes a la baja; van a ser más o menos importantes, en función de cómo se mueva el tipo de cambio”.
En este escenario, Montamat plantea que “se genera una disyuntiva para el Gobierno”, porque tendrá que elegir entre nutrir de recursos a las cajas de YPF (con complicaciones para conseguir capital en los mercados financieros) o seguir alimentando la inflación con incrementos de las pizarras.
En caso de mantener fijos los combustibles, indica que “habrá menos inversiones y se va a pronunciar la declinación productiva de petróleo y gas”. Por eso, analiza que se va a continuar con la política de actualizaciones graduales, como se vio desde 2012 a la fecha, cuando el Gobierno expropió YPF.