Cambios en el mercado de los combustibles obligan inversiones a las estaciones de servicio

fotopre8244Hace años que crece la participación del parque automotor que consume naftas, en detrimento de gasoil, por la nivelación de los precios. Esto lleva a los puestos de carga a transformar la infraestructura y esquema de negocio acorde a las nuevas necesidades de demanda: se pasaron surtidores diésel a nafta. ¿Se acentúa esta tendencia?

Miguel de Paoli, presidente de la Cámara de Expendedores de Chaco (CECACH) analizó los hábitos de consumo de combustibles y sus consecuencias para las bocas de expendio. A priori, el dirigente, indica que se percibe un crecimiento sostenido de la participación de las naftas, movimiento que hace necesario pensar la estructura del local con otra mirada, adaptada al nuevo cliente “tipo”.

¿Cómo se compone el mix de productos que venden las estaciones actualmente?

Podemos identificar 3 tipos de estaciones de servicio: a) estaciones urbanas con líquido b) estaciones ruteras con líquido c) estaciones con líquido y GNC. En todas ellas, el mix de productos va a depender de las características del consumo que realicen los clientes. En las primeras la proporción de naftas será más alta, en las segundas serán los diésel, y en las últimas, obviamente, el GNC por ser un producto más competitivo.

¿Cómo evalúa evolucionará esta tendencia en el tiempo?

En la Argentina y en el mundo hay preocupaciones diferentes. De acuerdo con un informe de Worldwatch para llenar con etanol el tanque de un automóvil de 25 galones, se necesita una cantidad de granos suficientes para alimentar a una persona por un año. Con lo requerido para llenar ese tanque por dos semanas, se podría alimentar a 26 personas durante un año. Para los productores actuales y potenciales de biocombustibles en América Latina, Asia y África, un escenario de exportación de biocombustibles en gran escala implicaría que buena parte de las tierras agrícolas, dedicadas actualmente a la producción de alimentos —e incluso ecosistemas naturales sensibles— serían utilizadas para cultivar materias primas para la producción de combustibles. En un mundo que cuenta con más de 850 millones de hambrientos, este modelo resulta extremadamente excluyente, pues pondría en mayor peligro la soberanía alimentaria y la salud de los ecosistemas en diversas partes del planeta, sobre todo en el área subdesarrollada. Bajo este esquema, los países del Tercer Mundo aportarían la tierra y su fertilidad, mano de obra barata y se quedarían con todos los daños ambientales provocados por las grandes plantaciones de las que se extraerán los biocombustibles.

Debe tenerse en cuenta que si bien la mayor parte de las reservas energéticas mundiales se ubican en los países del Tercer Mundo (sobre todo las fuentes no renovables y algunas renovables como la hidroelectricidad en gran escala), están desigualmente distribuidas, de manera que la inmensa mayoría de los países subdesarrollados son importadores netos de energía. En este contexto, Argentina cuenta con la oportunidad de desarrollar inversiones en Vaca Muerta y aportar volúmenes importantes de gas natural a la matriz energética y en particular para el expendio al público de un combustible mucho más competitivo que los combustibles líquidos.

¿Cómo afecta el cambio en el hábito de consumo de los clientes a las estaciones de servicio?

Como ha ocurrido en lustros pasados, las estaciones de servicio han tenido que adecuar sus instalaciones a las tendencias de mercado, llevando adelante importantes inversiones en tanques, surtidores o equipos de GNC, en la medida que las expectativas a futuro avizoran un escenario razonable de recupero de la inversión. En el caso particular de la Región NEA, hay una luz de esperanza con la importante inversión que realizará el Gobierno Nacional para desarrollar el Gaseoducto que pasará por 5 provincias, trayendo consigo el desafío de expender al público un producto que hoy no está disponible.

¿Están las estaciones pasando surtidores de diésel a naftas?

No podemos afirmar que sea una decisión generalizada, pero sí es cierto que hace algunos años el boom de ventas de la industria automotriz en el país, los modelos nafteros se impusieron sobre los gasoleros. La explicación es lógica. La brecha entre el precio de los combustibles se achicó significativamente a través de los años y eso redujo las ventajas para el bolsillo que tenía una mecánica sobre la otra. No es casual que nueve de cada diez autos que se vendieron en la Argentina hayan sido nafteros. Dejando de lado los gustos por las prestaciones de cada motor de quien decida pagar un poco más por un diésel, es sabido que un auto dotado de esa motorización consume menos y el suministro sigue siendo más barato que la nafta.

Por otro lado, según un informe elaborado en base a registros de la Secretaría de Energía, a fines de la década del ’90, “por el precio de un litro de nafta se compraban 2,1 litros de gasoil”. En los últimos años, esa relación, en promedio, cambió: se redujo a 1,3 litros y llegó al 1,2 el mes pasado. Por todos estos cambios en el mercado, muchas estaciones de servicio tuvieron que readecuar sus instalaciones para aumentar la oferta de naftas en detrimento de los productos diésel.

¿Es costosa esta modificación de la infraestructura?

Todas las inversiones en infraestructura hoy son costosas y tediosas por la cantidad de trámites burocráticos que deben emprenderse para ampliar la capacidad de almacenamiento de una estación de servicio, agravado por el lucro cesante que deriva el desarrollo de las modificaciones. Mucho tiene que ver en el análisis, el tiempo que demanda la logística de reposición de los productos, por cuanto mayor sea la proximidad a una planta de almacenamiento menor será necesidad de ampliar el SASH en tanto y en cuanto se agilice el flujo de reposición. La rentabilidad y el costo de oportunidad darán la razón si una modificación fue costosa o no, ya que el peor martirio no es gastar, sino dejar de vender por falta de productos en los momentos de mayor demanda.

(Fuente: SURTIDORES)