A partir de los aumentos de precios que sufrieron el último año, la carga de combustibles dejó de ser un acto impulsivo para convertirse en un hábito planificado. Los automovilistas prefieren la súper y el gasoil antes que las variedades Premium, se cuidan con el consumo y muchos se pasan al GNC.
Hasta la última modificación de las pizarras, los precios de los combustibles alcanzaron este año aumentos que rondaron el 25 por ciento. La suba obligó a los automovilistas a modificar su comportamiento frente al surtidor, revirtiendo algunas tendencias de mercado que parecían inalterables.
Como primera opción, muchos decidieron volcarse a la nafta súper a pesar que antes cargaban Premium. La diferencia entra ambas variedades, de entre 40 y 60 centavos por litro, resulta un ahorro a favor de la primera de 150 y 200 pesos al mes. Lo mismo sucede con el gasoil, aunque aquí la disparidad se puede estirar hasta los 300 pesos.
La elección de la marca también demuestra un cambio de conducta. Pese a las subas, YPF sigue siendo la más barata y hacia allí apuntan los clientes cuando deciden llenar el tanque. A muchos las largas colas los obliga a desistir, sin embargo la mayoría prefiere esperar. Prueba de ello es la gran participación de la estatal en la canasta de combustibles, que en octubre alcanzó el 57.32 por ciento de las ventas al público.
Otro dato que confirma que la carga de combustibles dejó de ser un acto impulsivo para convertirse en un hábito planificado es la expansión del GNC. Según datos del Enargas, en agosto se consumieron 242 millones de metros cúbicos, un 10 por ciento por encima de la demanda del mismo mes del 2010. La cifra incluso promete seguir amplificándose para cerrar un año en el que combustible gaseoso volvió a ser la mejor alternativa para aliviar el bolsillo.
“Cuando la situación económica aprieta las costumbres se modifican abruptamente”, afirma el consultor Gustavo Cabrales. ”El mercado se está segmentando cada vez más, ya no existe una generalización en los clientes, ahora están los que buscan calidad sin importarle el precio y los que consumen de acuerdo a sus posibilidades”, señala.
Es en ese contexto que la retracción se siente especialmente los últimos días del mes, cuando el sueldo empieza a flaquear. Y es aquí cuando florece el uso de las tarjetas de crédito, más allá de las promociones bancarias, para solventar la compra de combustibles. Según un relevamiento privado, a partir del día 20 la operatoria con plásticos en las estaciones de servicio salta del 25 al 40 por ciento.
(Fuente: Surtidores)