Cuesta ser empresaria… duele la devolución… frustra el resultado
Nací con el sentimiento de servir y siempre pensé que le corresponde dar más; a aquel que comprendió la vida, ya que puede “despertar” a los demás; y mucho más si Dios le dio la posibilidad de desarrollarse económicamente, con lo que puede también generar un campo propicio para el desarrollo de muchos.
Entiéndase “despertar” como re-nacer del espíritu; y “desarrollo”, no solo como ayuda económica, sino; y especialmente, como proceso transformador del SER, que en su interrelación con tantos involucrados en ese campo comercial, logra autoestima, autonomía, confianza en sí mismo, en su propia valía, re-conocimiento de sus capacidades; y lo más valioso: EMPONDERAMIENTO, que el diccionario define como: conceder poder a un colectivo desfavorecido socioeconómicamente para que, mediante su autogestión, mejore sus condiciones de vida…. no hay tarea mas digna que el trabajo!!!
Mejoras sin dádivas, formando; enseñando a las personas y apalancándolas, para que aflore todo su potencial de compromiso, responsabilidad y respeto; en primer lugar por su propia persona… porque eso es lo que hace el empresario, da la oportunidad y el contexto , para que las personas involucradas se re-conozcan y hasta se re-des-cubran a sí mismas.
Ser empresario es servicio; es disponer el patrimonio particular y todas las responsabilidades legales, para generar ese campo de acción que les servirá a todos.
Pero por que duele?… por la devolución!… que, si bien es cierto que en el servicio se da por amor a los demás, sin esperar recibir; en la faz comercial debe haber una contra-prestación, de responsabilidad, compromiso, lealtad… sin fraudes, sin trampas… sin mentiras. Yo estoy para ti, para ayudarte; siempre que ayudarte no me perjudique, no me destruya… no me quiebre- en todo el sentido literal de la palabra.
Creo que nadie interpreta, ni respeta lo que significa el empresariado. Ni el Estado, que asfixia con las obligaciones impositivas, cada vez mayores, sin analizar cada situación y sin darse cuenta que somos su mejor aliado para el desarrollo del sector, ya que generamos trabajo y aportamos impuestos sin pausa… ni clientes quejosos, maleducados y hasta a veces tramposos, ni las personas cobijadas en la empresa, que se olvidan de la desesperación del primer día, donde lo único válido es entrar a trabajar, como solución a sus problemas… para luego transformarse ellos mismos en un problema de la empresa… sin darse cuenta que al no cuidar lo que tienen, pierden todo.
Nada hay más gratificante que el buen nombre; con él se abren las puertas de todos lados. Somos nuestro propio resultado…. Solo se compite con uno mismo, somos nuestro principal enemigo. Mi futuro, depende de mí ahora, por eso es importante mi accionar… la vida no se trata de suerte… se trata de que cosas hago para cambiar mi suerte.
Los empresarios saben que agobia, cansa… “mantener el timón con fuerza en el mar picado. Estresa, porque el mar es implacable y poderoso; y si también hay que cuidarse de la tripulación; la misión se hace imposible, ya que sin UNIDAD E INTEGRIDAD, el barco se hundirá con todos dentro… a mi me queda la ilusión de RESCATAR A TODOS EN EL INTENTO; a los buenos, a aquellos que le ponen el pecho a las balas, que los hay, y son los que me apoyan en mi vida y en mi gestión…. como también a los que aún no se corrigieron … pero siempre estaré para ayudar, para darle sentido a la vida…con la gloria de haber hecho las cosas lo mejor posible.
Lucía N. Ross