Datos de las cámaras empresarias confirman que es el corazón del negocio. Es de ahí que las entidades empresarias del sector gestionan incansablemente reforzar el margen de bonificación. El resto de los rubros hacen su aporte pero no mueven el amperímetro de las ventas.
Una estación de servicio consignada que se ubica en el gran Buenos Aires y que despacha en promedio 600.000 litros mensuales sirve como ejemplo. De la facturación total de octubre – el 94,42 por ciento corresponde a la venta de combustibles líquidos, sumando naftas como gasoil. Apenas el 5 por ciento responde al resto de las ofertas del establecimiento: accesorios y productos del shop.
En el caso de un comercio de la misma provincia pero que opera en reventa, la trascendencia de la venta de los rubros adicionales, esto es galletitas, café, lavadero, golosinas, accesorios para los automóviles, cigarrillos, lubricantes, aditivos, etc. asciende 10 por ciento. Aquí las naftas y gasoil representan el 89,46 por ciento de los ingresos.
De este análisis se desprende que el minimercado si bien aparece como un adicional, no permite compensar los inconvenientes financieros propios del sector. Es que para el dueño del local este centro de costos no tiene gran incidencia en el negocio. Con números, se puede observar que no hace al núcleo de la rentabilidad de la actividad de las bocas de expendio.
Los datos, aportados por la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines de la República Argentina (CECHA), explican los motivos de porque la entidad concentra sus esfuerzos en buscar recomponer los márgenes de ganancia por la venta de combustibles.
Es por esta razón que la principal consigna para el año próximo es solicitar a la petrolera YPF que incremente la bonificación, a los fines de hacer frente a los nuevos gastos que se suman al negocio. Se están programando reuniones con directivos de la empresa pero hasta febrero no se esperan grandes novedades.