La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner afirmó luego del recorte europeo a las compras del Biocombustible que “el país está en condiciones de absorber la producción”. Sin embargo, meses más tarde detuvo el proyecto para subir el corte obligatorio con gasoil al 10 por ciento y redujo los cupos de abastecimiento a la mayoría de las empresas
La industria del Biodiesel depende, al igual que la mayoría de los combustibles alternativos a los hidrocarburos, del apoyo estatal para poder crecer. Gracias al estímulo recibido en 2006, en apenas seis años el país recibió inversiones por más de 1.300 millones de dólares y alcanzó una capacidad de producción de 3,5 millones de toneladas.
Como si esto fuera poco, el sector espera un millón de toneladas más para cuando entren en funcionamiento las 11 plantas que se están construyendo principalmente en Santa Fe, Buenos Aires y Córdoba. Esto permitió a nuestro país posicionarse como el principal exportador y cuarto productor de Biodiesel del mundo.
España, junto a otros países de la Unión Europea, demandaba, hasta la expropiación de Repsol en YPF, la tercera parte de la producción local. Durante el primer trimestre del año Argentina le vendió 272.898 toneladas de Biodiesel, lo que representó en ese momento el 66,3 por ciento del total de las exportaciones, según datos de la Cámara Argentina de Biocombustibles.
Por eso, tras las restricciones a los productos locales, la presidenta pidió «tranquilidad a todos los argentinos» y se comprometió a tomar medidas para aumentar la proporción de Biodiesel en el mercado interno. “El país está en condiciones de absorber esa producción», aseguró en aquella oportunidad.
No obstante, tal cual confirmaron fuentes del sector, en los últimos tiempos el Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, y el Viceministro de Economía, Axel Kicillof, los dos funcionarios encargados de tomar las decisiones sobre el sector, bajaron los cupos de abastecimiento a una buena parte de las 26 compañías que aportan productos para la mezcla con gasoil a las refinerías locales.
Una pequeña empresa del interior del país que colocaba apenas 6.000 toneladas por mes sufrió una reducción del 50 por ciento, por lo que ahora entrega apenas 3.000. La mayoría de las Pymes sufrieron la misma suerte, incluso con el agravante de que no hay seguridad en los precios.
Tal cual está planteado el esquema actual, las plantas producen y venden sin conocer cuánto van a cobrar. Como prueba, denuncian empresarios del rubro, la Secretaría de Energía aún no publicó el precio del Biodiesel para la segunda quincena de diciembre del año pasado.
Esto desalienta las inversiones y confunde aún más a los empresarios, ya que ahora no sienten el apoyo del Estado como admiten que ocurrió en algún momento. Además, las condiciones que hicieron crecer a la industria; un marco legal propicio, condiciones internacionales favorables, buenos precios, posibilidades de exportar y dólar competitivo, sufrieron durante este año serias transformaciones que alteraron el negocio.