Cada vez son más las mujeres que participan de la actividad. Incluso en la playa, una tarea que hasta hace algunos años era exclusiva de los hombres. La representación empresaria sin embargo es casi privativa de los varones aunque la única dirigente que pertenece al género femenino se hace oír. Como clientas, los empleados aseguran que son “más problemáticas”.
Hasta algunos años atrás la actividad de las estaciones de servicio era exclusiva de los hombres. No sólo de quienes participaban activamente de la tarea diaria, también los clientes pertenecían a esta categoría por ser esta una ocupación que les correspondía a su condición de género.
Con el correr del tiempo las mujeres fueron ganando su lugar. Primero en la atención de los minimercados aunque de a poco se fueron instalando en la playa compartiendo la labor de despacho mano a mano con el sexo opuesto. Hoy aproximadamente el 30 por ciento del personal pertenece a la rama femenina.
La tendencia tuvo mayor auge en las GNC. En un proceso lento y continuo, las estaciones empezaron a colmarse de calzas ajustadas, jeans provocativos y cinturas pequeñas con buena figura. “Las mujeres atendiendo con ropa sensual es una estrategia para captar clientes”, admitió el titular de BUBI S.A, una estación de servicio de la zona sur de Buenos Aires famosa por sus pulposas playeras. “Notamos que de esta manera subieron las ventas”, reveló ante la consulta de este medio.
La representación empresaria sin embargo es casi privativa de los varones aunque la única dirigente que pertenece a la condición femenina se hace oír. Se trata de la presidenta de FECRA, Rosario Sica, una rareza entre tantos hombres, aunque asegura que “se planta de igual a igual” ante el género opuesto.
“Siento que me respetan y me valoran”, afirma revalidando su cualidad con orgullo. Se reconoce “muy competitiva y con temperamento”, atributos que no le restan puntos a su coquetería, a la que le dedica buena parte de su tiempo a pesar de su incansable actividad. Sin embargo reconoce que en su negocio no tiene empleadas mujeres.
“Como clientas son muy problemáticas”, generaliza un playero. Afirma que deben prestarles más atención, muchas veces por desconocimiento hasta que combustible deben cargar. Eso sí, admiten que prefieren atenderlas aunque les demanden más tiempo que los hombres.