Aunque son derivados de los hidrocarburos, los aceites no acompañaron la merma del 5 por ciento que se produjo en todos los combustibles a partir del primero de enero. Por eso, ante una posible rebaja, los expendedores prefieren no hacer stock por temor a perder rentabilidad.
El año arrancó con una medida inesperada. El Gobierno Nacional consensuó con las compañías petroleras una disminución de las naftas y gasoil al público del 5 por ciento, luego de abaratar el barril de crudo. Si bien en su momento las autoridades aclararon que no tendría efectos negativos sobre las bocas de expendio, en la práctica no fue así. Sólo Shell amortiguó el impacto, concediendo un 0.5 por ciento adicional al valor de compra.
Con este antecedente, los operadores optaron por esperar hasta que se normalice el mercado para encargar lubricantes. Es una situación que se está generalizando, según indica un estacionero que prefiere no ser citado en este artículo. “Ya pasó con las naftas”, alerta.
Mientras tanto, los establecimientos disponen del stock suficiente para atender a los clientes, aunque no por mucho tiempo más. En las zonas turísticas la demanda está creciendo, pero en el resto de las localidades, la actividad está planchada, por la época del año y el contexto recesivo que presenta la economía.
“Las estaciones de servicio no están plasmando órdenes de compra de lubricantes para no perder otro 5 por ciento de margen; sobre todo porque son meses bajos y de poco movimiento; no hay promociones ni actividades de marketing”, explicó el empresario.
De acuerdo a cifras oficiales, en 2014 la demanda de estos productos al público alcanzó los 55 millones de litros, lo que representa un 6 por ciento menos que el año pasado y un 8 por ciento que en 2012. No por casualidad, evolucionó acompañando la caída del consumo en los surtidores.
En promedio, un litro de lubricante de buena calidad se ubica en torno a los 150 pesos. “Subieron al ritmo de los combustibles y a la gente le cuesta poder comprarlo; lo que vemos es que demoran el cambio de aceite”.
Según se desprende de las estadísticas, del total de lubricantes para automotores que se comercializan en la Argentina solo la tercera parte se canaliza a través de estaciones de servicio, concesionarias y talleres. El agro se lleva el 15 por ciento, mientras que la industria demanda un 35 por ciento. Son valores que varían muy poco año a año.