De los 2.500 locales de expendio de combustibles al público que desaparecieron en los últimos diez años, la gran mayoría se trató de pequeñas empresas familiares del interior del país que no resistieron la competencia de las bocas que pertenecen directamente a las petroleras y de los distribuidores diesel. Solicitan medidas para frenar esta tendencia.
Cuando surgió la comercialización de combustibles para uso vehicular, los primeros locales que aparecieron en las calles estaban administrados por empresarios independientes. Comercializaban productos de YPF y de nuevas marcas extranjeras que se instalaban en el mercado.
Desde un comienzo la participación de los operadores autónomos fue mayoritaria. Sin embargo, con el correr de los años este posicionamiento de las Pymes fue reduciéndose, tocando su piso más bajo en la década del 2000, cuando de acuerdo a datos de las cámaras empresarias bajaron las persianas 2.500 establecimientos de baja escala.
Alejandro Martorell, Secretario de la Cámara de Expendedores de Salta, explica los motivos que excluyeron a los comercios familiares de la actividad: “aparecieron los distribuidores mayoristas y las petroleras incrementaron sus estaciones propias, absorbiendo clientes que anteriormente eran abastecidos por operadores independientes”.
“Un pequeño local del interior del país que por lo general trabajaba con las empresas de transporte y del agro hoy tiene que competir con las estaciones oficiales y los grandes distribuidores diesel”, ejemplificó. En todas las provincias se pueden observar locales vacíos, incluso en zonas estratégicas de las grandes ciudades y rutas de gran movimiento.
Por eso, Martorell exige con urgencia que se sancione un nuevo marco jurídico que frene la concentración de las ventas por parte de las grandes empresas. Apoya el proyecto de ley presentado por el Diputado José Brillo, del Movimiento Popular Neuquino, que restringe la participación de los proveedores en las ventas minoristas.
Pese a la urgencia de la problemática, los expendedores proponen instrumentar un esquema de desinversión paulatino: obligar a las compañías petroleras a reducir la participación de mercado al ritmo de un 25 por ciento por año para que en un plazo de cuatro años queden fuera del negocio minorista. A la par, las empresas tendrían que reducir un 25 por ciento el stock que descargan por sus puestos propios.