Hay negocio para rato: el coche del futuro seguirá enganchado a la nafta y el gasoil

Hay negocio para rato: el coche del futuro seguirá enganchado a la nafta y el gasoil
La prestigiosa consultora KPMG realizó una encuesta entre 2.000 a ejecutivos de la industria del motor en todo el mundo. La mayoría cree que esta tecnología seguirá siendo minoritaria y que los esfuerzos se centrarán en reducir el consumo y las emisiones de los motores. El adiós al petróleo tendrá que esperar
La carrera de la industria automovilística hacia el coche eléctrico, ha pisado el freno. Los directivos del sector no creen que esta tecnología vaya a ocupar más que un hueco minoritario y prevén un futuro cercano en que los fabricantes se afanen por reducir el consumo y las emisiones de los motores convencionales de nafta.

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Así se desprende del estudio anual de la consultora KPMG basado en 2.000 encuestas a ejecutivos de la industria del motor en todo el mundo. “Los coches eléctricos puros han perdido terreno en la batalla por las nuevas tecnologías”, concluye el estudio. Los automóviles que se mueven exclusivamente con baterías tienen hoy una pobre autonomía y dependen de la instalación de puntos de recarga. Sin embargo, los híbridos (con batería eléctrica pero también motor de nafta o gasoil, y que pueden recurrir a uno u otro) son ahora la gran apuesta de la industria. No cortarán la dependencia de los derivados del petróleo, pero ayudarán a reducirla.

Preguntados sobre el sistema que será más demandado en 2018, un 36 por ciento apuesta por el híbrido enchufable (que carga la batería como un coche eléctrico, lo que le basta en trayectos urbanos, pero puede utilizar el motor convencional en ruta); y otro 20 por los híbridos no enchufables (como el actual Toyota Prius). Los eléctricos de duración extendida (que llevan un motor secundario de combustión como apoyo al principal) son elegidos por un 17 por ciento. Solo un 11 confía en el coche eléctrico puro, apuesta que se sitúa por detrás incluso del futurista coche de pila de combustible (que se alimentaría de hidrógeno), en el que cree un 17 por ciento.

“Hace dos o tres años había sobreexcitación con el coche eléctrico. Hasta que hemos chocado con la realidad”, explica Francisco Roger, responsable de automoción en KPMG. “Son poco competitivos hoy y tienen unos costos elevados para las prestaciones que ofrecen. El futuro pasa claramente por reducir consumos y emisiones de los coches con motor de combustión”.

Pero el ahorro de combustible será clave para los compradores, cree un 92 por ciento de encuestados. Esto implica una tendencia en los países desarrollados a adquirir coches más pequeños y eficientes, sobre todo en Estados Unidos. Ese efecto todavía no se da en los países emergentes, ávidos de hacerse con símbolos de prosperidad como el todoterreno.

Para muestra basta un botón dice el dicho y España es un ejemplo de ello. En abril de 2010, el entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero anunciaba una estrategia nacional para acelerar la implantación del vehículo movido por baterías. El plan incluía ventajas fiscales e inversiones por casi 600 millones de euros, y preveía que las ventas en España alcanzaran las 20.000 unidades en 2011 y 50.000 unidades en 2012. Las cifras finales han resultado sonrojantes: en todo 2012 se han matriculado 437 coches eléctricos, según el Instituto de Estudios de Automoción (IEA). La cifra es un avance del 19 por ciento sobre la igualmente ridícula cifra del año anterior.

Fuente Surtidores