La conveniencia económica de comprar naftas y gasoil del exterior y el exceso de stock de algunas refinerías, dispararon la irrupción de nuevas banderas que comercializan ese excedente a precios más ventajosos.
La llegada de Juan José Aranguren al Ministerio de Energía modificó radicalmente muchos aspectos de la gestión kirchnerista. Uno de ellos -la intención de liberar el mercado de los hidrocarburos a través de la importación- disparó un incipiente negocio para las tradicionales compañías que desde hace años se disputan la venta de combustibles en nuestro país.
Es así que gracias a la conveniencia económica de comprar naftas y gasoil del exterior y el exceso de stock de algunas refinerías, comercializan ese excedente a nuevas marcas que comienzan a incorporarse a un segmento que hasta hace poco pertenecía a un selecto grupo de petroleras.
Se trata de redes pequeñas, de pocas bocas con idénticas prestaciones de servicio y calidad que las más grandes. Pero con un provecho adicional con el que no cuentan las consolidadas: ofrecen sus productos a un precio más acomodado, un argumento que, en tiempos de bolsillos flacos, garantiza al menos la atención de los automovilistas.
El radar de las empresas está puesto en las Estaciones Blancas, que actualmente representan la cuarta parte de la totalidad de los puntos de venta localizados en la geografía nacional, muchas de las cuales se han quedado sin contrato de exclusividad
Una de las primeras en este tipo de emprendimientos es la de Agricultores Federados Argentinos que cuenta con 8 establecimientos embanderados. Son abiertas al público aunque cumplen un rol fundamental para los productores agropecuarios de la zona. En general cuentan con gran capacidad de almacenaje y una playa de amplias dimensiones.
Líder Oil es otra de las que de a poco se van consolidando. Ofrece una nueva identidad con una muy reducida inversión y su “arma de seducción” es garantizar a los operadores el doble de rentabilidad que la que aporta una compañía tradicional. Asimismo acredita la calidad de sus combustibles mediante certificaciones en laboratorios especializados, aporta la asistencia de un coaching para asegurar la mejor atención de los empleados y hasta dispone de un servicio de “conductor incógnito” con el objetivo de corroborar el cumplimiento de las consignas.
Ambas, al igual que muchas tantas que van proliferando en el mercado, se nutren de YPF, Axion, Shell, Oil o Pampa. Toda una paradoja, ya que la mayoría estaban relacionadas comercialmente pero ya sea por su ubicación poco estratégica o incumplimientos contractuales derivados de la situación económica adversa por la que debieron atravesar estos últimos años, fueron relegadas por las grandes corporaciones.
De acuerdo a la opinión de Manuel García, presidente de la Asociación de Estaciones de Servicio Independientes (AESI) “hoy conviene más ser operador blanco que abanderado”, dado que hay proveedores “con mejor precio que las petroleras tradicionales”.
En este nuevo escenario, el dirigente recomienda a los colegas que “antes de renovar el vínculo comercial con las banderas habituales estudien muy bien el mercado, porque esto recién empieza. En 5 o 10 años, se puede perder mucha plata; atarse a un contrato de consignación es un pésimo negocio”, puntualiza.
Fuente: SURTIDORES