Los playeros ya no quieren trabajar después de las 10 de la noche. Es por la cantidad de robos y situaciones violentas que padecen a diario. La situación ya no es excluyente de una provincia particular y se sucede en cada rincón del país. La baja rentabilidad del negocio impide contratar personal de seguridad.
Trabajar de noche se ha vuelto un verdadero calvario para los empleados de las estaciones de servicio. Robos y violencia son las constantes de una actividad que padece como pocas el desenfreno de la inseguridad y la falta de control y que ha puesto al personal al extremo de reclamar el cierre nocturno a pesar de que la solución atenta contra su propia estabilidad laboral.
Ya no son los asaltos express los que atemorizan al personal, que quizás por ser los más frecuentes se aceptan como un hecho usual. Ahora se imponen las situaciones extremas, cargadas de furia e irracionalidad, con agresiones físicas y hasta simulacros de fusilamiento o disparos a los surtidores.
Uno de los que se plantó frente a este feroz escenario fue el Sindicato de Estaciones de Servicio de Santa Fe que dispuso dos días de medidas de fuerza durante este horario la semana pasada. Argumentaron que hubo casi 70 robos en los últimos días y que no obtuvieron respuesta de las autoridades pese a que se desarrolló un operativo especial para combatir el delito.
Sin embargo nada cambió a pesar de las promesas. Al otro día dos delincuentes armados sustrajeron la recaudación y las billeteras de los playeros de una estación ubicada en el centro de Rosario y se dieron a la fuga en moto. El comercio ya había sido asaltado hacía tres semanas y el personal decidió dejar de atender en solidaridad a los dos trabajadores que fueron víctimas del hecho pero también como una forma de exigir mayor seguridad.
De acuerdo a relevamientos efectuados por las entidades que nuclean a los expendedores, la gran mayoría de los asaltos son efectuados por “motochorros”, situación que llevó a muchas estaciones a prohibir su carga durante la madrugada. La negativa sin embargo, a veces se convierte en un disparador de violencia ya que no son pocos los que desatan toda su saña contra los empleados cuando advierten tal impedimento.
Si bien algunos opinan que el personal de seguridad es un buen argumento para frenar la espiral de barbarie que asola las estaciones de servicio, la baja rentabilidad que ofrece el negocio impide apelar a este recurso. Otros en tanto apuestan directamente al cierre nocturno aunque al ser el expendio de combustibles un servicio público, es una decisión que se torna dificultosa de implementar.
“Es un problema difícil de resolver”, reconoce la titular de FECRA, Rosario Sica. Admite que los estacioneros ubicados en zonas de riesgo cuelgan las mangueras por la noche porque “están hartos de soportar tantos asaltos”. En este contexto, la dirigente advierte que “hay que tomar medidas cuanto antes” porque a este paso “la situación se tornará insostenible”
Para evitar robos, presentan nuevas soluciones al problema del efectivo