¿Llega el fin para las grandes compañías petroleras privadas?

Los bajos precios del crudo y la necesidad de invertir para aumentar su producción provocan caída de los beneficios en los últimos meses. El prestigioso medio, The Economist vaticina el «crepúsculo» de las grandes empresas y al mismo tiempo el reverdecer de las públicas, que controlan cerca del 90 por ciento de las reservas de hidrocarburos del planeta.

fotopre6876cLas grandes compañías de petróleo privadas registraron una caída de los beneficios en los últimos meses, atrapadas en un círculo vicioso de bajos precios del crudo y la necesidad de invertir para aumentar su producción.

«Las compañías petroleras internacionales no han tenido una temporada de resultados muy brillante tanto de uno como de otro lado del Atlántico», resumen los analistas de la Société Générale, en una nota consagrada a los resultados de Esso (ExxonMobil), anunciados la semana pasada.

A la luz de los resultados de las grandes compañías del sector, es lo menos que se puede decir. Según un recuento realizado por la agencia AFP, el beneficio neto acumulado de las seis petroleras privadas más grandes (las «supermajors»), es decir, las estadounidenses ExxonMobil, Chevron y ConocoPhillips, las británicas Shell y BP, y la francesa Total, han caído un 29 por ciento, a 29.900 millones de dólares.

Solo los beneficios de BP y Total, han aumentado, mientras que los beneficios de Shell y ExxonMobil se han hundido 60 y 57 por ciento respectivamente.

Aunque se excluyan los factores excepcionales y las variaciones vinculadas con las reservas de hidrocarburos, los beneficios globales de estas compañías –sin contar Chevron, que no comunica sus beneficios– han caído 25 por ciento a 23.000 millones de dólares.

El descenso traduce situaciones muy diferentes, en particular en lo que respecta al refino y la química, pero que confirma de alguna manera, que las “supermajors”’ se enfrentan a una coyuntura que se complica. Por un lado, las empresas tienen que embarcarse constantemente en grandes proyectos para compensar el declive de la producción de sus yacimientos ya “maduros” y mantener los objetivos de crecimiento.

Al mismo tiempo, los precios del barril de Brent, referencia del mercado petrolero, cayeron un 5 por ciento, y aunque aumentaron ligeramente en julio, prácticamente permanecen estancados desde hace dos años en una horquilla entre 100 y 120 dólares, sin dar señales de que volverán a alcanzar el récord del verano de 2008 cuando se encaramaron cerca de los 150 dólares.

La revista británica The Economist adelanta en su último número que la demanda mundial de petróleo podría acercarse a su pico histórico y se atreve a vaticinar el «crepúsculo» de las grandes compañías, un escenario que se basa entre otras cosas en unos costos de producción cada vez más altos. Por eso, si el precio cayera por debajo de los 100 dólares de manera duradera, su rentabilidad se vería amenazada.

Desde hace varias décadas ya, las compañías petroleras públicas, que controlan cerca del 90 por ciento de las reservas de hidrocarburos del planeta, le hacen una fuerte competencia a las supermajors en términos de producción, como es el caso de la venezolana PDVSA o de Saudi Aramco en Arabia Saudita. Ello obliga a las privadas a establecer alianzas con ellas para acceder a una parte de sus recursos como BP lo ha hecho con la rusa Rosneft.

Algunos analistas ven un contexto propicio para una consolidación en el sector. Por ejemplo, es el caso de ExxonMobil, cuyo valor bursátil supera los 400.000 millones de dólares. «Muchos consideran que una adquisición mayor sería la mejor forma para que la empresa cree condiciones para ahorrar en el funcionamiento, sinergias y crecer», estimaba el Deutsche Bank en una nota reciente a sus clientes. «Pero en un mundo donde el barril de Brent está a 110 dólares, no hay muchos candidatos», advierte. Las víctimas potenciales son en efecto caras, excepto quizá BP, que sigue hundida por la marea negra de 2010, o compañías de talla media como el estadounidense Anadarko.

(Fuente: SURTIDORES)