Sin previo aviso, las petroleras envían los camiones con los precios actualizados, obligando a los expendedores a desembolsar hasta un 10 por ciento más de dinero de lo previsto para conseguir el mismo nivel de stock. Los expendedores compran menos volumen.
En el último año se ajustaron los surtidores cerca del 40 por ciento como consecuencia de la decisión de YPF de conseguir recursos para su plan de inversiones a partir de una suba real en los precios– por encima de la inflación- del 8 por ciento. Por su condición de empresa líder, con el 54 por ciento del mercado, la competencia acomoda a sus pasos casi a la par.
Si bien esta tendencia se viene registrando desde abril de 2012, cuando el Gobierno expropió las acciones del Grupo Repsol en YPF, en los últimos meses los incrementos se dieron con mayor impacto que en oportunidades anteriores, alcanzando en algunos casos sacudones de hasta un 10 por ciento, tal cómo se vivió en las primeras horas de 2014.
Por un lado esto beneficia a las bocas de expendio, principalmente a las de YPF, porque al operar en consignación mejoran la bonificación en paralelo a los aumentos, pero Manuel García, el presidente de la Asociación de Estaciones de Servicio Independientes (AESI) explica que “al no haber aviso por parte de las petroleras el expendedor recibe el camión con el precio nuevo”, lo que implica un desembolso de dinero más alto, no previsto en las cuentas.
El empresario independiente plantea que “antes no se notaba porque se ajustaba un 2 por ciento cada dos meses pero ahora son de hasta un 10 por ciento y es mucha plata”. Para clarificar la problemática, graficó con un ejemplo: “en una carga de 10.000 litros, que representa aproximadamente 80.000 pesos de costo, remarcando al 10 por ciento tenemos que poner casi 10.000 pesos más”. Y asegura que “cómo no hay ahorros se compra menos y llega un momento en que la estación no tiene capital operativo”.
Anteriormente, García diferencia que las petroleras exigían el pago de la nafta conforme a los valores del momento del pedido. Desde el momento en que se empezó a pagar el combustible por adelantado cambió esta condición comercial, afectando a los operadores de baja escala que no tienen espaldas financieras para mantener los niveles de stocks.
El tema preocupa y mucho en el sector porque este año se avizoran fuertes retoques en los surtidores. Las bocas blancas, aquellas que no tienen bandera y por ende proveedor fijo, son las más afectadas y de acuerdo a su representante “hay muchas que están por cerrar debido a problemas de rentabilidad”. En este contexto hostil, García solicita medidas urgentes en dos aspectos centrales que hacen al negocio: precios y abastecimiento. Por un lado distribución directa por parte de los proveedores y por otra parte, rebajas en los costos para poder competir con los comercios de bandera.