Sin dudas, el año 1963 será difícil de olvidar para las familias Rodríguez y Dian. Fue entonces, cuando una serie de contactos comerciales, les permitieron convertir en realidad lo que hoy constituye una marca registrada: Petronorte S.A.
Dos representantes de ambos grupos, Dian y Rodríguez, conforman la mesa directiva de esta empresa dedicada a la venta minorista de combustibles, haciendo foco en el servicio, la calidad del producto y la atención.
Manuel «Manolo» Rodríguez, tal como lo conocen y «reconocen» sus pares y amigos, observa a su hijo Gonzalo y a su nieto, Santiago. Asegura que la máxima de nuestra Cámara -«contar con empresas familiares, cuyo legado se traslada de generación en generación» -, para él se resume en una sola palabra: «orgullo».
Entre risas, Manolo indica que «de Presidente de la firma, solo quedó el título; que todo está en manos de los más jóvenes». Sin embargo, al momento de abordar la realidad de Argentina, seriamente, enfatiza: «se necesita fomentar la cultura del trabajo».
Tras una pausa, abre un libro que cuenta la historia de Petronorte S.A. y observa a quien fuera su socio (y de su padre Tomás) y otro pionero en la actividad, el siempre querido y recordado Lino Dian.
Presumimos que con Lino sentado a esa mesa de trabajo, podríamos haber conversado horas y horas sobre cómo ambas familias crecieron juntas. Los Dian y los Rodríguez, sin necesidad de ganar ventaja, compartiendo negocios y también la vida, entienden a la perfección que si la actividad se lleva adelante con transparencia y responsabilidad, todos ganan.
Daniel Dian asegura que el trabajo en sociedad es «excelente» y remarca como pilares fundamentales para trabajar en equipo y consensuar cualquier tema, al respeto y a la convicción.
Como estacionero de pura cepa, Daniel menciona a esta actividad como un «rubro con particularidades», tales como generar trabajo y al mismo tiempo, prestar un servicio 24 horas, sin interrupciones.
Con el orgullo que te impregna generar puestos de trabajo en un país que pelea día a día para apuntalar su economía y no morir en el intento, uno de los representantes de la segunda generación Dian, afirma que sus hijos no forman parte de la empresa. «Todo tiene su tiempo y voy a respetar el de ellos», comenta.
Y como Cámara no podemos dejar de lado a quien fuera Presidente de CAPEGA, Gonzalo Rodríguez. Tampoco a Pablo, quien actualmente se encuentra al frente de la estación de servicio ubicada en ruta 9. ¿Su fuerte? Sin dudas, la atención de grandes clientes. ¿Una pasión?, esta actividad. Pablo y Gonzalo, sin duda alguna, hijos de «Manolo», de principio a fin.
Gonzalo, segunda generación de la familia Rodríguez y ex presidente de esta «casa», con algunos conceptos, proyecta el futuro del combustible y la importancia de la puesta en marcha de Vaca Muerta.
«Mucho se habla de los vehículos eléctricos pero, a nivel mundial, los resultados no son buenos. Sin dudas, el combustible alternativo del futuro es el GNC, más aún teniendo en cuenta la gran producción de gas que se prevé tener en la formación neuquina Vaca Muerta», relató.
No obstante Gonzalo Rodríguez reconoció que el traslado del Gas Natural Comprimido al norte del país, será costoso.
EL ORGULLO FAMILIAR: PABLO Y SANTIAGO, DOS JOVENES ENFOCADOS
Santiago y Pablo merecen un párrafo aparte. El primero de ellos, casi a los cuatro vientos, subraya su nombre: «Santiago Rodríguez Moreno» (y las mujeres celebramos eso).
Santiago es Licenciado en Economía, tiene 31 años y cuenta con el perfil que todo empleador requeriría. No duda al expresarse, su presencia es impecable y su currículum habla por si solo. Santiago es consciente que, al decidir formar parte de la empresa familiar hace siete años, dejó otras oportunidades de lado. Sin embargo, remarca que si tuviera que tomar una decisión nuevamente, repetiría la historia.
Los jóvenes de hoy cuentan con la gran ventaja de tener a los grandes referentes como «manual de consulta». Pero, al mismo tiempo, deben enfrentar el desafío de otorgar a los productos y servicios un valor agregado para destacarse en el mercado.
En tiempos en que la vida se debate entre lo «palpable» y lo virtual, en que el diccionario son los «prompts» para el manejo de la Inteligencia Artificial (AI); ser joven empresario es un reto que te obliga a salir de tu zona de confort.
Entendiendo esta premisa, el más joven de la familia Rodríguez indica: «afortunadamente la segunda generación de este grupo empresario tiene la amplitud mental para entender en qué momento comercial y empresarial estamos. Petronorte S.A. tiene pensado generar un departamento dedicado, pura y exclusivamente, al Marketing Digital o Marketing de Venta».
Cuando pensamos haber descubierto todo el potencial de este grupo empresario, Pablo Napadensky, de 37 años y con 15 de experiencia empresaria, nos quemó todos los libros.
«Me recibí joven, comencé a trabajar en la estación de servicio que expende GNC, la de bandera blanca. A partir de ahí empecé a conocer mucho de la actividad. Cuando me convocaron a tomar la responsabilidad de esa estación, tenía otro trabajo. Así que me ocupaba de ambas cosas», relata Pablo quien, a sus 37 años, lleva inscripto el sello de la autoconfianza y la dedicación a su profesión.
«Poco a poco fui conociendo todo el espectro de la compañía, desde cómo desarrollar un surtidor hasta lo administrativo. Mi política es tener la cabeza abierta y una amplia mirada de lo que una empresa significa», enfatiza este joven que, claramente ve en «Manolo» y en su querido abuelo, a los dos grandes referentes de la actividad a la que dedica gran parte de su vida.
La nobleza y generosidad que se perciben en la mirada de Pablo cuando observa a «Manolo», confirman lo que presumíamos: se trata de un complemento perfecto.
Ana Dian es la persona que necesitábamos para otorgarle a este homenaje nuestro broche de oro. Única mujer sentada a la mesa; esposa, madre y muy respetada por esta gran familia llamada Petronorte S.A. «Nuestra sociedad sigue en pie porque para nosotros no son dos familias, sino una. Tenemos diferencias, pero el respeto ha logrado que llevemos compartiendo gran parte de nuestros días durante 61 años», subraya Ana.
Con la entereza de una mujer que se sabe segura y formada en este rubro pero, al mismo tiempo, con la sensibilidad que este género posee, Ana admite que no todos los tiempos fueron de bonanza.
«Fue entonces cuando tuve que dedicarle horas y horas al trabajo, mis hijos eran chicos, mi madre estaba enferma. Pero mi gran pilar, mi marido, me ayudó a llegar a donde llegué y a poder decir….»hice todo bien»…..».
En Petronorte S.A. las cosas se hicieron bien y como Cámara que contiene a tantas familias con similares historias queríamos, de esta manera, reconocer la labor diaria, el compromiso con esta actividad y su sentido de pertenencia con CAPEGA. Levantamos la copa por eso…!!!!