La carga fiscal que sufren los combustibles líquidos en nuestro país, sumado a los nuevos ajustes de precios que aplicaron las petroleras en el último año, nivelaron el diesel nacional con el que se ofrece en los países de la región
A lo largo de 2012 el mercado de los combustibles en Argentina fue sufriendo transformaciones de tipo estructural. Como se puso el eje en recuperar el autoabastecimiento, muchas de las políticas que se venían implementando fueron dadas de baja, como la que regía para los precios, para dar paso a una acorde a la del contexto internacional.
Tal cual refleja un informe de la consultora especializada en energía que dirige el ex secretario de energía Daniel Montamat, Montamat&Asociados, el litro de gasoil se ubicó en noviembre del año pasado en la plaza local a $5,70 el litro, tomando como referencia un promedio entre las cinco marcas más importantes, YPF, Shell, Esso, Petrobras y Oíl Combustibles, 70 centavos más que el mismo producto en Brasil.
Según se observa en el estudio mensual que realizan desde la entidad, la diferencia de valor se encuentra en la carga impositiva. El diesel grado 2 en surtidor sin impuesto cuesta en Argentina $3,5, mientras que en el vecino país $3,80, es decir, un 8 por ciento más barato.
Cuando un automovilista llega a una estación de servicio para cargar gasoil en realidad está pagando un 60 por ciento de impuestos internos del total que figura en la pizarra. En las naftas la presión impositiva es similar, pero incide en menor medida sobre la economía porque es para uso personal.
El grueso de las mercaderías que se comercializan en todo el país se transporta a través de camiones, que en su totalidad funcionan a gasoil. Esto repercute sobre la competitividad de la industria y luego sobre el conjunto de la sociedad porque al incrementarse los costos en combustible luego se traslada a las góndolas de los supermercados.
La gran presión impositiva que sufren las naftas y el gasoil, explican los expertos en derecho tributario, es común a la gran mayoría de los países del mundo porque presentan una serie de ventajas de caja para los Gobiernos: se cobran en el momento y la gente no sabe que lo está pagando.
No es aconsejable abusar de estos tributos, sostienen los entendidos en la materia, porque no miden la capacidad del contribuyente de aportar al fisco, lo pagan por igual las personas de altos y bajos ingresos.