A diferencia de años atrás, cuando el mix favorecía ampliamente al diesel, al presente la ecuación se dio vuelta a favor de las naftas. Las causas: la extinción de los autos gasoleros del mercado local y la apropiación de las ventas mayoristas a grandes clientes por parte de las compañías petroleras
Hace poco tiempo atrás, la canasta de combustibles de la mayoría de las estaciones de servicio se componía de un 60 por ciento de gasoil y un 40 de naftas. La ecuación no hacía excepciones: alcanzaba a la mayoría aunque con preferencia a las bocas ruteras, que se especializaban en atender los consumos del agro y los grandes clientes.
Sin embargo, actualmente el mix se modificó de tal manera que las ventas de nafta superan a las de diesel. En efecto, según datos provistos por la Secretaría de Energía, en febrero y por primera vez, los despachos al público de súper y Premium en conjunto alcanzaron los 611 millones de litros superando en 5 millones a su competidor.
Entre las causas de la variación se ubica en primer lugar la reducción de la oferta de las motorizaciones diesel. De acuerdo a datos de la Asociación de Concesionarios de la República Argentina (ACARA), en 2011 los diesel representaron el 17,8 por ciento de la oferta general, cuando en 2006 eran el 38. Es decir, la baja, en seis años, rondó en guarismos cercanos al 50 por ciento. Pero si se toma sólo el caso de los autos particulares, entonces el descenso fue de casi el 80; mientras que en 2006 la oferta diesel era del 19 por ciento, en 2011 apenas llegó al 4,2.
Salvo excepciones en la Argentina no se fabrican motores, estos vienen mayormente de Europa. Brasil, país del que llega la mayoría de los modelos se utiliza gasoil apenas en camiones y algunas pick-ups.
Otra de las razones que alteraron la proporción fue la apropiación por parte de las compañías petroleras de las ventas mayoristas a grandes clientes que antes se proveían en las estaciones de servicio. Esta estrategia, convalidada durante la década pasada, fue la causante del cierre de un buen número de bocas, que al perder este segmento debieron abandonar la actividad.
Esta condición comercial ha sido duramente cuestionada por el sector al punto que fue incluida en la totalidad de los proyectos legislativos que procuran regular la comercialización de combustibles, prohibiendo expresamente a las empresas o abastecedoras mayoristas el suministro de derivados del petróleo en forma directa a empresas de transporte, industrias, establecimientos agropecuarios y todo otro tipo de explotación. “En todos los casos la comercialización minoristas de los combustibles deberá realizarse a través de las estaciones de servicio debidamente registradas en la Secretaria de Energía de la Nación”, expresan las iniciativas presentadas en el Congreso.