Los aumentos de los combustibles sorprendieron por su magnitud. En el sector niegan acuerdos oficiales, pero desde la semana pasada se conocía la autorización para remarcar las naftas. De las negociaciones participan sólo YPF y el Gobierno. ¿Cómo sigue? Poco se sabe, pero no se esperan novedades hasta pasado 2014.
La expropiación del Grupo Repsol en YPF – y por ende el ingreso del Estado en su directorio – acarreó cambios importantes en el mercado de los hidrocarburos. De golpe, los funcionarios que antes veían a la distancia los problemas de la actividad tuvieron que interiorizarse de los números concretos del negocio, para garantizar que la principal empresa del país pueda llevar adelante los planes de inversión previstos, garantizando ciertos niveles de rentabilidad.
Desde abril del año pasado, se terminó, por decisión del Ejecutivo y por la evolución intrínseca a la actividad, con la política de precios bajos al público, discriminados de las referencias internacionales. Las refinerías pasaron de comprar el barril de crudo de 42 a más de 70 dólares, acelerando la escalada en las estaciones. En este contexto, Guillermo Moreno, el ex Secretario de Comercio Interior, ya no encajaba con su esquema de congelamientos.
Como suele ocurrir dadas las condiciones de comercialización, esta vez fue YPF la primera en ajustar los surtidores, seguida al minuto por Shell. El acuerdo que en principio se definió a puertas cerradas con el Gobierno según fuentes de compañías locales, se conocía desde mediados de la semana pasada. De hecho, varias semanas atrás Moreno habría adelantado que se venían los aumentos. La Resolución 108, aquella que puso un tope máximo por región, causando gran malestar en las empresas, había llegado a su fin, al menos hasta nuevo aviso.
Gracias al hermetismo del oficialismo, no hubo acuerdos consensuados y generalizados entre todas las operadoras. Como siempre, fue la estatal quién orientó los precios para que la sigan las competidoras, dejando entrever cómo será el mecanismo de cara al futuro. De hecho, exceptuando Shell, el resto de las marcas demoró 24 horas en copiar la iniciativa.
Hasta ahora, el recambio en los principales puestos del Gobierno muestra una cara distinta a la de Moreno: no se publicaron resoluciones que apuntan a regular las variables del negocio, permitiendo a las empresas que definan en parte su rumbo, ya que con YPF manejando un 55 por ciento del share, será difícil desmarcarse de sus referencias. Todo hace suponer que se profundiza la era en que YPF mueve y las demás insignias acompañan, generando un control indirecto.
Oscar Díaz, presidente de la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines de la República Argentina (CECHA) reconoce que los aumentos de las naftas mejoran la bonificación de las estaciones de servicio. Las de YPF reciben ingresos de forma proporcional a las subas, de entre un 6 y 7,5 por ciento, dependiendo los productos, mientras que las de reventa primero analizan las condiciones de competencia para ajustar sin perder. En este contexto, cada vez más los consumidores hacen cuentas antes de elegir que marca comprar.