Preocupación por la magra rentabilidad que ofrecen los shops de las estaciones

not_198_est.ypf IIMantener en condiciones el bar de la boca de expendio no es tarea sencilla ni económica. Para que esté en funcionamiento las 24 horas, como sugieren los contratos con las petroleras, es necesario contar con un mínimo de 5 empleados, cuatro abocados a la atención, más un encargado que controle la compra y venta de mercaderías.

Para que arroje beneficios al operador se requiere un ingreso no inferior a los 100 mil pesos, solo para cubrir los costos operativos. Es que salvo los comercios que están sobre las autopistas y rutas, por donde pasa gran cantidad de gente por hora, en el interior de las ciudades ya no pueden competir con almacenes y kioscos, donde se consiguen los mismos artículos pero más baratos.

Además, por convicción y lógica, para los expendedores el negocio pasa por la venta de combustibles. Administrar un mini-mercado implica horas de trabajo que no se justifican, para algunas empresas, dado el bajo nivel de ingresos que generan, pocas veces superior al 15 por ciento del total.

Oscar Díaz, presidente de la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines de la República Argentina (CECHA) confirma que “efectivamente la mayoría de los shops tienen un carácter deficitario”. Aclaró que hay casos de éxito, que tienen restaurantes y otros servicios adicionales que aumentan el valor agregado.

En el común de los shops, en cambio, se percibe un menor movimiento. Se debe a los efectos de la inflación, lo que llevó al consumidor a prestar cada vez más atención a los precios. Las bocas de expendio, por tener costos adicionales, se posicionan como mínimo un 25 por ciento por encima de otros puestos minoristas. Por eso es que en las ciudades están cayendo las ventas.

Además, el grueso de los bienes en las estaciones de ciudad trabaja con artículos de poco margen, como son los cigarrillos. En Capital Federal, puede que estos locales operen con mejor rendimiento, por el hecho de que la gente no vuelve a su casa para almorzar.

En el interior, por caso, se mantiene la histórica tradición de la cocina casera. Se duerme la siesta y las distancias son más cortas, por lo que no se requiere comprar de urgencia a un valor más alto.

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