Expertos en energía afirman que la desvalorización del peso nacional genera mayor incertidumbre de largo plazo; por eso suponen que las empresas van a esperar antes de tomar decisiones trascendentes. Se modificaron todas las variables del negocio: costos de producción y de los insumos importados, margen de rentabilidad e ingresos, entre otras.
Todas las empresas que anunciaron proyectos para explotar hidrocarburos en nuestro país pasan los días haciendo números. Es que perdieron hasta un 25 por ciento tan sólo en enero, por la devaluación de la moneda, debido a que todas las operaciones que se realizan en la entidad se pesifican instantáneamente. Lo mismo le ocurre a las compañías que recaudan y ahorran en pesos argentinos.
Según la opinión de Gerardo Rabinovich, especialista del Instituto Argentino de la Energía (IAE) esta medida macroeconómica que tomó el Gobierno a principios de año afecta directamente a las inversiones en exploración de crudo y gas. “En un negocio tan sensible en el largo plazo que la modificación de todas las reglas de juego demora los proyectos”, advirtió. Sin vacilar, consideró que los jugadores “van a esperar” hasta tanto se aclare el panorama.
El experto del IAE sostuvo su postura: “entre el 70 y 80 por ciento de los insumos que se utilizan en el sector petrolero son importados”, desde los equipos de perforación, la arena utilizada para la explotación de recursos no convencionales, hasta los químicos que se aplican durante el proceso de producción. “Es un sacudón fuerte”, insiste.
Siguiendo la idea, Rabinovich señala que los ingresos también se vieron disminuidos. De ahí se entiende la presión de las petroleras por ajustar los precios en todos los eslabones de la cadena, tanto el barril de crudo en la plaza interna, el gas en boca de pozo como así también los combustibles líquidos en el surtidor. Es la alternativa que encuentran para sostener el capital estimado para concretar las tareas en los pozos.
Desde el punto de vista externo, el especialista agrega que las multinacionales van a analizar nuevamente en qué país conviene radicarse, reubicando a la Argentina en un plano inferior. Las empresas que desde hace años operan con bajas en la producción seguramente continuarán en esta tendencia, complicando el abastecimiento interno.