El divulgador científico inglés, Matt Ridley, licenciado en Oxford y asiduo colaborador en diarios como The Economist o el Daily Telegraph, asegura que el shale no causa terremotos, no contamina el agua ni utiliza químicos tóxicos. Afirma que la energía eólica, con sus turbinas, causan mucho más daño.
Matt Ridley, licenciado en Oxford, divulgador científico especializado en cuestiones energéticas y asiduo colaborador en diarios como The Economist o el Daily Telegraph, demolió los mitos que pesan sobre la estimulación hidráulica o fracking, un método de extracción de hidrocarburos que se viene utilizando en Estados Unidos desde hace décadas y que ahora emplearán YPF y Chevron en la formación Vaca Muerta, en Neuquén para extraer recursos no convencionales.
La técnica consiste en inyectar miles de metros cúbicos de agua, arena y un coctel de productos químicos a las profundidades de la tierra en forma vertical y horizontal. Ese golpe de presión genera canales que posibilitan que los recursos se hagan espacio entre las rocas y migren hacia la superficie.
“Empecemos por la afirmación sobre la contaminación de los acuíferos”, enumera Ridley. “Los que se presumían que estaban contaminados por el fluido de estimulación o por el gas metano del proceso de estimulación hidráulica en los EEUU es cero. Cada una de las denuncias terminó siendo falsa”, señaló. El especialista reveló que la Agencia de Protección Ambiental (EPA) cerró su investigación en Dimock, Pennsylvania, llegando a la conclusión de que no había evidencia alguna de contaminación. Además, abandonó su reclamo de que la perforación en el Condado de Parker, Texas, había hecho que el gas metano salga por las canillas de la gente, y retiró sus acusaciones de contaminación del agua en Pavilion, Wyoming, por falta de pruebas.
El secretario de Energía de los Estados Unidos, dijo este mes: “Todavía no he visto evidencia alguna de que la técnica de estimulación hidráulica contamina los acuíferos”. Decenas de miles de pozos perforados, dos millones de operaciones de estimulación terminadas y ni un solo caso comprobado de contaminación del agua subterránea. “Puede suceder algún día, por supuesto, pero son pocas las industrias que pueden tener un registro de contaminación tan positivo”, precisó Ridley.
En el caso de que la explotación del shale libera a la atmosfera más metano que la industria del carbón (el metano es un gas de invernadero más potente que el dióxido de carbono, pero se aloja en la atmósfera por un periodo de tiempo más corto y su concentración no está aumentando rápidamente), es una afirmación que proviene de un biólogo y profesor de la Universidad de Cornell, y fue refutada con numerosos estudios. Un equipo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) lo expresó de la siguiente manera: “Es incorrecto sugerir que la estimulación hidráulica ha alterado significativamente la intensidad de los gases de efecto invernadero”.
Tercero, vienen las afirmaciones que la estimulación hidráulica utiliza grandes cantidades de agua. El diario The Guardian publicó un informe dando cuenta que un pueblo en Texas “se está secando” por el uso de esta técnica. “Para darles una idea, en un campo de golf se utiliza mucha más agua que esa, si algunas zonas de Texas están secas, culpen a la agricultura, por lejos es el sector que más agua utiliza”, juzgó Ridley.
Cuarto, la siempre tan neutral BBC, en un informe previo, afirmó que la técnica libera “cientos de químicos” en la roca. El fluido de estimulación es 99.51 por ciento de agua y arena. El restante 0.49 se compone de 13 químicos, que pueden ser encontrados en la cocina, garage o incluso el baño: acido cítrico (jugo de limón), acido clorihidrico (usado en las piscinas), glutaraldehido (desinfectante), goma guar (utilizado en los helados), dimetilformamida (se encuentra en plásticos), isopropanol (desodorante), borato (jabones), presulfato de amonio (en el tinte para el cabello), cloruro de potasio (goteos intravenosos), carbonato de sodio (detergente), glicol etileno (anticongelante), bisulfito de amonio (cosméticos) y destilado de petróleo (cosméticos).
Finalmente se apunta que causa terremotos. A ello Ridley refutó que la Universidad de Durham concluyó, a través de un estudio definitorio, que “toda la actividad sísmica resultante de la técnica de estimulación hidráulica fueron imperceptibles”. Además, sostiene que “la minería, la actividad geotermal o el almacenamiento de agua de embalse generan temblores más grandes y con mayor frecuencia”.
Ridley sostiene que la energía eólica, con sus turbinas, causan mucho más daño. “Hagamos una comparación rápida”, propone. “La Universidad de Oxford, ha documentado, cada año entre 6 millones y 18 millones de aves y murciélagos mueren en España solo por los aerogeneradores, incluyendo especies únicas de buitres leonados y egipcios (400 murieron en un año). En Tasmania distintas especies de águilas están en peligro de extinción a causa de las turbinas eólicas. Parques eólicos en Noruega matan diez águilas de cola blanca al año. En Alemania matan 200.000 murciélagos al año”.
Las turbinas de viento no sólo son más visibles que las instalaciones de perforación de gas, sino que además cubren mucho más terreno. Sólo diez hectáreas de las plataformas de perforación de petróleo o gas pueden producir más energía que toda la industria eólica británica. “Esos monstruos giratorios generan una décima parte del uno por ciento de toda nuestra producción de energía y un impacto aún menor en las emisiones de carbono. Beneficio trivial; gran costo”, sentenció Ridley.