“Cuando a una empresa no le cierran los números tiende a disminuir el personal”, advierten los expendedores. La incertidumbre que genera la economía, y en consecuencia el consumo de combustibles, pone en jaque la estabilidad laboral. Solicitan con urgencia un aumento de las comisiones.
Con las últimas medidas que tomó el Gobierno Nacional este año dejó entrever que está dispuesto a realizar un fuerte ajuste del gasto social, revertir la política de subsidios que implementó desde 2003 en adelante y reactivar a los sectores exportadores a costa de que no haya despidos.
Por eso en la industria automotriz actuó con velocidad, impulsando un plan que se propone recuperar el nivel de actividad previo al impuestazo a la comercialización de vehículos y la devaluación de la moneda. Lo hizo apenas se conocieron suspensiones en las principales terminales que las multinacionales tienen en nuestro país.
Sin embargo, parece que un sector todavía no fue tenido en cuenta por las autoridades, a pesar de las recurrentes presentaciones formales de los dirigentes que dan cuenta de la cruda realidad que atraviesa la actividad: es el de las bocas de expendio, que en diez años vio perder 45.000 empleos, por políticas que devastaron las pequeñas y medianas empresas.
Ángel Luis Bigatti, presidente de la Asociación de Estaciones de Servicio de Formosa, asegura que reducir el plantel de trabajadores es una opción que aparece en la mente de los empresarios cuando las cuentas entran en rojo y se hace necesario bajar los costos.
Con los nuevos aumentos de sueldo explica que “un playero cuesta, contando las cargas sociales, 15.000 pesos”. En un local que tiene 10 operarios de playa representa 150.000 pesos, a lo que debe agregarse otros gastos como la luz, el gas, los honorarios profesionales, impuestos locales, provinciales y municipales, seguros ambientales, entre otros, que aumentan la salida de dinero.
Por lo tanto, para evitar que el personal sufra las consecuencias Bigatti plantea con urgencia buscar alternativas que puedan mejorar la bonificación de los puestos de expendio al público, principalmente de los administrados por operadores independientes, que son los más afectados. “Cuando una estación no le cierra los números tiende a disminuir el personal”, apunta Bigatti. Incrementar las comisiones considera que es una opción conveniente.
“Todavía es temprano”, reconoce. Entiende que hay tiempo para no incurrir en este tipo de medidas, tomadas siempre en última instancia ya que asegura que no son de agrado para los expendedores, pero aclara que el sistema de alerta está encendido. “Es hora de revisar el tratamiento impositivo y las condiciones de comercialización de combustibles”, afirma.